"Para mí no hay obras de arquitectos, ingenieros o profanos, sino obras de arquitectura".
Frei Otto es el ganador de la edición 2015 del premio Pritzker, el más prestigioso galardón en el campo de la arquitectura. Su obra es universalmente conocida por su intervención en el Parque Olímpico de Múnich en 1972 y por su capacidad para erigir excepcionales estructuras ligeras de acero. Nacido en 1925 en Chemnitz, Sajonia,falleció el pasado 9 de marzo poco después de comunicarle que él sería el ganador de este año, pero antes de que éste se hiciera oficial.Inventor autodidacta desde la niñez, experimentó con aviones de modelismo, con los que se habituó a la construcción de estructuras ligeras, maquetas y membranas. Su pasión por la aviación le llevó a ser piloto de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial, pasando dos años en un campo de prisioneros en Chartres tras ser capturado en Normandía. Fue esta circunstancia adversa la que le proporcionó la oportunidad de construir sus primeros edificios, sencillas tiendas y barracones, en los que experimentó el valor de la escasez y de la utilización eficiente de los materiales en la construcción.
Ya liberado, terminó sus estudios de arquitectura en la Universidad Politécnica de Berlín, completando también cursos de sociología y urbanismo en la Universidad de Virginia. Sin embargo su interés se centraba en el estudio de las grandes estructuras, doctorándose en ingeniería civil con una investigación sobre coberturas suspendidas.
Conocedor directo de la arquitectura de Wright, Neutra y Eames entre otros, su obra es también deudora de grandes maestros de las estructuras como Torroja, Freyssinet o Nervi. No obstante, su utilización eficiente de los materiales, la optimización estructural o la honestidad formal, puede considerarse una continuación del trabajo deEladio Dieste, Félix Candela o Buckminster Fuller, Frei Otto propuso una forma de trabajo atenta a otras disciplinas como la biología o la etología, no para copiar miméticamente de la naturaleza, sino para aprender cómo ésta es capaz de crear eficientes estructuras orgánicas adaptadas a su entorno. Frente a la actual banalización del concepto de construcción sostenible y ecológica, en su manera de pensar se incluye el uso eficiente de la energía y de los recursos necesarios para la construcción, considerando su impacto en el medio. De esta forma, el mejor edificio es aquel que emplea menos energía y material.
Como resultado, el diseño de sus edificios se basa en la utilización de grandes estructuras ligeras, capaces de cubrir grandes espacios con un mínimo de materia, y en los que la forma de soportar las cargas y la configuración del edificio son una unidad indiferenciable. Sus obras son pioneras en el uso de estructuras atirantadas de grandes luces y la utilización de membranas, manteniendo una gran coherencia desde su primer gran trabajo, el pabellón de Alemania de la Expo Montreal-67 (uno de los primeros ejemplos de edificios pasivos, es decir de consumo casi nulo de energía), hasta el último, el pabellón de Japón de la Expo Hannover-2000 diseñado en colaboración con el arquitecto japonés Shigeru Ban, admirador de Otto y premio Pritzker de 2014.
Para Otto, construir significó "hacer arquitectura real en las fronteras del conocimiento". Esta concepción integró la arquitectura y la ingeniería como parte de un todo inseparable y multidisciplinar, pero con modelos de pensamiento distintos. Así, el arquitecto debe conocer la historia de las formas arquitectónicas y de las estructuras para saber discernir cuál es la idónea para cada cometido, mientras que el ingeniero debe comprender la naturaleza eficiente de lo real mediante experimentos, análisis y cálculos. Otto además destacó por su experimentación directa con materiales mediante modelos y maquetas, estableciendo directrices de cómo diseñarlas e interpretar los resultados obtenidos.
Pionero en el uso de los ordenadores para el diseño de estructuras, alerta sobre los peligros que conlleva: que se pueda calcular, no significa que se deba hacer. Así, su método no parte nunca de una forma preconcebida, sino que llega a ella tras un largo proceso de observación, experimentación y cambio.
Quiso igualmente transmitir estas ideas durante su dilatada carrera docente e investigadora, promoviendo la divulgación de los avances en la construcción de estructuras ligeras y alentando a sus alumnos en la búsqueda del conocimiento, la innovación y la asunción del riesgo necesario para experimentar y crear nuevas formas de construir. Así, advierte sobre la posibilidad de que las aptitudes del alumno de arquitectura queden sepultadas por la docencia "de falsos profetas, por teorías científicamente insostenibles, por imposición de modelos subjetivos de pensamiento, por presión moral hacia determinados conceptos formales o por desmotivación al intentar hacer que las visiones se materialicen".
Los mejores estudiantes "buscan de forma autodidacta su propio camino y perseveran", apostilla Otto. Frei Otto logra sobrecogernos con la esbeltez de sus estructuras y el misterio de su liviandad, así como por el valor de sus ideas. De haber sido escuchado, su aforismo "la construcción es un medio, nunca un fin en sí mismo", nos habría librado de muchos de los desmanes constructivos que se encuentran detrás de la crisis actual
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