martes, 29 de enero de 2013

Obras del Parque de Las Cancelitas en El Hierro.

Estamos dando los toques finales al Parque de Las Cancelitas en Valverde, 
El Hierro. Dentro de muy poco todos podréis disfrutar de este magnífico espacio.

Centro de Visitantes.

Centro de Visitantes.

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Granja.


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jueves, 24 de enero de 2013

Imitaciones fallidas de Bilbao


Tengo sentimientos encontrados respecto al Guggenheim de Bilbao. Por una parte, cómo negar el efecto de ese edificio de Gehry en la ciudad norteña, imagen siempre de un mes de los calendarios más modernos de ventas en librerías de diseño, portadas de tantos libros de arquitectura de los que se ponen en la mesa de centro del salón, visita obligada de miles de turistas a un enclave que parecía condenado a languidecer, mientras su burguesía anglófila se lamía las heridas en las casas de Getxo y Las Arenas, con los títulos de Deusto donde se mezclaban por generaciones apellidos de toda la vida. Pero, a la vez, ha eclipsado otros logros de la ciudad y, además, ha lanzado a otras a una carrera alocada por el museo más molón sin ningún resultado que le llegue al del Bilbao a la suela del zapato de titanio. El éxito de su transformación y el tener ahora mismo las cuentas del Ayuntamiento sin deudas le ha valido a Iñaki Azkuna ser elegido por una fundación británica el mejor alcalde del mundo, de una ciudad que no necesita subtítulos como inteligente, innovadora o capital de la cultura.

Sabíamos que era posible cuadrar las cuentas de un municipio como Torrelodones, donde gobierna un partido político de vecinos inquietos que empezaron haciendo un telediario artesanal en la casa de Juan Luis Cano, de Gomaespuma, para denunciar el despilfarro. Pero siempre se podía decir que Torrelodones era a la economía municipal como Islandia a la mundial. Sigo con simpatía a los que ponen a Islandia como ejemplo de salida de la crisis, con banqueros en la cárcel, pero puede ser cierto que no da el tamaño como modelo, con 331.000 habitantes, la mitad que Málaga. Por eso sí es importante que Bilbao haya demostrado que se puede gestionar con las recetas de la abuela, como dice Azkuna, siendo una de las principales ciudades españolas. Según el alcalde, cardiólogo de profesión, el único secreto ha sido ir pagando las deudas cuando entraba más dinero. Ahora, sí que quiere pedir a los bancos para mejorar la ría de Deusto. Se lo darán.
Así que, mientras aquí, en Málaga, sólo cabe pedir que dejemos de intentar imitar el efecto Guggenheim y que cuadremos muy bien las cuentas. Que todavía no hay estudios que expliquen que la felicidad y la cultura estén relacionadas con la exposición a cuadros por metro cuadrado, que los museos suelen ser la guinda del pastel, que recuperar la Alameda es el siguiente paso que debemos dar, como Bilbao transformó las orillas de la ría, porque vamos siempre a lo más difícil obviando el siguiente paso lógico. Transformar la Alameda es menos costoso y complicado que cualquier proyecto de cierta envergadura en el Guadalmedina. Sólo hace falta que sepamos qué va a ser del Metro, tranvía, trenecito o carril bici soterrado. Bilbao lo tiene en marcha, con diseño Foster. Y, sí, también por su culpa se lanzaron muchas ciudades a decir que el metro era una necesidad imperiosa. Sevilla y Valencia tienen menos viajeros, pero, claro es que en el Norte hace peor tiempo. Por ahora parece claro que lo que somos es menos eficaces gestionando el dinero. A ver si en eso también nos lanzamos todos a imitarles. Hay billetes baratos y directos de avión a Bilbao desde Málaga. Pero nos tememos que esas recetas, las de la abuela, son justo las que muchos políticos no quieren cocinar. Recortar gastos supone quitar esa grasa donde se refugia tan bien la celulitis de la casta política que ha nacido en las juventudes de los partidos.
Ah, Bilbao tiene una universidad privada, Deusto, que le da prestigio. Si vamos a lanzarnos a imitarles también en eso, por favor, que no sea una copia mala como siempre.

www.jaenarquitectos.com & @jaenarquitectos                            via:Http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/21/andalucia_malaga/1358766032.html

martes, 22 de enero de 2013

El techo de Europa



El 1 de febrero será posible subir hasta el mirador que corona The Shard. El rascacielos más alto de Europa se parece, como su nombre indica, a una astilla, y aunque la torre Mercury de Moscú amenaza con superar los 310 metros del edificio londinense de Renzo Piano, este representa mucho más que un récord de altura. Sintetiza la apuesta por extender la City –el barrio que concentra las sedes empresariales de la capital británica– a la hasta hace poco degradada orilla sur del Támesis. Supone el asentamiento de la financiación de Catar entre los símbolos británicos (los cataríes ya son dueños de los almacenes Harrods y acaban de comprar la villa olímpica). La torre evidencia también la decisión de densificar el centro de las ciudades frente a la posibilidad de crecer por la periferia y confirma, además, que en los rascacielos del futuro el valor artístico ganará fuerza y peso: las cajas ya no sirven. Cuando, el pasado julio, el príncipe Andrés, el primer ministro catarí y el alcalde de Londres celebraron públicamente la culminación del edificio y el final de la construcción de su fachada, 30 cañones láser dispararon sus rayos de luz hacia otros iconos de la capital británica. Merece la pena recordar ese momento. Las luces alcanzaron la noria del London Eye, un mirador que nació para tener una vida breve –celebrar el cambio de milenio– y que, sin embargo, permanece amarrado a la orilla sur del Támesis, frente al Parlamento, y convertido en uno de los nuevos símbolos de la ciudad. La luz también llegó hasta la catedral de San Pablo y, tras sobrepasarla, alcanzó el rascacielos con forma de torpedo conocido como The Gherkin (el pepinillo) que Norman Foster ideó para una aseguradora suiza. Luz verde bañó una vecina histórica al otro lado del río, la Torre de Londres, la fortaleza normanda que pasó de ser un símbolo de la opresión de la élite gobernante a convertirse en prisión y que hoy custodia las joyas de la corona. Sin embargo, el viejo Big Ben quedó a oscuras. Nadie se acordó del reloj del Parlamento británico, que encierra la campana más famosa del mundo (la que le da nombre). El antiguo símbolo de la ciudad perdió protagonismo. La torre de Charles Barry había dejado de ser grande.
Está claro que el nuevo rascacielos cambia el contexto y, consecuentemente, alterará la historia de la ciudad. Esa altura, en esa céntrica ubicación, aspira a disparar el distrito de Southwark hacia una transformación. Pero su construcción no refleja solo esa voluntad de cambio. “Será tan esencial subir al Shard al visitar Londres como lo es ascender hasta la cima del Empire State cuando se llega a Nueva York”. El promotor Irvine Sellar lleva doce años publicitando esa idea que hoy, finalmente, resulta plausible. Cambiar el rostro de una ciudad, algo que durante siglos ha sido cuestión de tiempo, hoy parece ser, en el mejor de los casos, cuestión de fe. Los promotores aprenden a creer en lo que no existe. Y evangelizan con esa nada. Desde la obsesión repiten hasta contagiarla su visión futurista para conseguir valores intangibles como la credibilidad y la confianza, y bienes muy concretos, como inversores, permisos y dinero. Todo eso lo logran a partir del escurridizo patrimonio de una idea.
Tras abandonar el colegio con 16 años para trabajar en la tienda de guantes de su padre, Sellar se hizo millonario con una idea: pasar de vender ropa en los mercadillos a hacerlo en Carnaby Street. Para levantar la mayor torre de Europa, también tuvo una idea sorprendentemente sencilla. Se trataba de pasar del tren a la mesa de trabajo en cuestión de minutos. Esa posibilidad no dependía de la forma de un edificio, sino de que este se ubicara junto a la estación de London Bridge, que combina metro y tren de cercanías, y que, según un estudio del Ayuntamiento de la ciudad, vomita más de 150.000 pasajeros –en hora punta– frente al corazón de los negocios británicos. La baza era la de la proximidad. Con ella, los ciudadanos ganaban comodidad y tiempo libre, y la ciudad perdía contaminación, ruido y miles de coches circulando por sus calles. A Sellar le faltaba encontrar un rostro para su idea, un arquitecto que diera credibilidad al nuevo inmueble. Era importante afinar en la elección. Tras la burbuja inmobiliaria, los rascacielos impenetrables han perdido el favor de las empresas y los ayuntamientos. Es cierto que las fachadas son hoy más ambiguas que nunca, pero también lo es que ahora suman árboles, terrazas y acceso público al programa para hacer creíbles los edificios. Tras un primer intento de levantar un diseño de la firma británica Broadway Malyan que fue demonizado por la prensa, Sellar no podía volver a equivocarse.
Así, encontró en la calidad y la experiencia de Renzo Piano un caballo ganador. Fue Piano quien decidió el programa de la torre: propuso mezclar oficinas con tiendas, un hotel y restaurantes. También insistió el genovés en que el lugar más alto de Londres, la cima del rascacielos, debía tener acceso público. El autor del Pompidou llegó incluso a bautizar el inmueble. Sucedió durante una rueda de prensa, cuando describió su torre como una “astilla de hielo”. El hielo, la frialdad del edificio, se ha ido derritiendo, pero la astilla permanece. Hoy Piano asegura que la torre más alta de Europa no es un edificio agresivo. “No busca ser el rostro del poder. Quiere celebrar el cambio, la necesidad de transformar las ciudades para que estas sigan siendo habitables por muchas personas”.

Llueve en Londres y la enorme fachada de vidrio –equivalente a la superficie de ocho campos de fútbol– no refleja ni el movimiento de las nubes ni el ajetreo de la gente en la ciudad. La niebla y el agua confieren a la torre un color indefinido que puede resultar gélido, el hielo del que hablaba Piano. Tal vez por eso los promotores han querido caldear el ambiente, acercarse a la gente y hablarle al barrio nada más llegar. Así, el pasado 6 de julio, Jahden Grant, Isa Mitchell y Thomas Brady fueron los primeros niños en tener Londres a sus pies. Los chavales, de 11 años, ganaron el concurso que invitaba a dibujar el nuevo edificio. Subieron hasta el piso 80 y la prensa retrató el momento. Los periódicos también destacaron que a los futuros visitantes les costaría 25 libras esterlinas (algo más de 30 euros) contemplar las vistas que habían dejado boquiabiertos a los niños; finalmente, el techo de Londres no sería tan público.El rascacielos que asciende sobre la estación de London Bridge es, efectivamente, cambiante. Su fachada de vidrio, de tres capas para evitar el exceso de soleamiento y la fuga de calor, permite el paso de la luz natural. Refleja a sus vecinos en la base y se vuelve azul, o blanca, cuando alcanza mayor altura. El cristal es un punto fuerte en la sostenibilidad del inmueble, a la que contribuyen las placas fotovoltaicas, que reducen en un 45% las emisiones derivadas del consumo energético, y el hecho de que el 20% del acero empleado en la estructura sea reciclado. Pero donde realmente radica la sostenibilidad del proyecto es en su aparcamiento: apenas existe. Esta torre de 87 pisos solo tiene 48 plazas de garaje. Eso da sentido a la idea original defendida por Sellar. Significa que, efectivamente, las 12.000 personas que trabajen allí –cuando las oficinas se alquilen– pasarán del tren, o del metro que llega hasta los cimientos, a la mesa en cuestión de minutos.

Sin embargo, en septiembre, un amigo especial de Sellar, el príncipe Andrés, le echó un capote a la popularidad de la torre retratándose junto a ella. Con todo, resultó chocante el modo en que lo hizo. Ataviado con un traje de alpinista y atado a un arnés, el duque de York aparecía en las fotografías colgado del mirador. Había elegido para el descenso una de las vías más complicadas: la resbaladiza fachada de vidrio. Su alteza real salió del piso 87 y llegó al 20 con la compañía de otros 28 intrépidos benefactores que perseguían donaciones para sufragar, entre otras cosas, a la Marina. Recaudaron casi un millón de euros, The Shard se hizo con una tarjeta de presentación impagable, y la familia real, con un sorprendente paso más en su esfuerzo por tratar de mantenerse, a la vez, inalcanzable y cercana. Al terminar, el duque admitió haber pasado mucho miedo y declaró que jamás volvería a hacer algo parecido.

Aun siendo el rascacielos más alto de Europa, el Shard no es la torre más alta diseñada por Piano, que levanta en Corea del Sur el Triple One, otro rascacielos que doblará su altura. Sin embargo, el italiano asegura que no aboga por la construcción en altura, “pero sí por densificar el centro de las ciudades”. “Es insostenible seguir construyendo en la periferia. Si las ciudades no ponen un límite, dedicaremos gran parte de nuestra vida a los traslados y perderemos la relación con la naturaleza”.Pero lo había hecho en la nueva torre. Contemplar cómo un príncipe se jugaba la vida congregó a 700 vecinos a los pies, todavía de barro, del coloso. Y encendió una luz sobre el edificio para quienes todavía no lo habían visto. Puede que fuera la altura sin rival la que propiciara la hazaña. Esos 310 metros y la ubicación junto a la estación son, para Sellar, la mejor baza del nuevo edificio. Sin embargo, el alcalde, Boris Johnson, ve el mismo rascacielos con otra lente. Lo califica de “símbolo del empeño de la ciudad para vencer la recesión”. Y ambas opiniones se apoyan en un tercer pilar: la relación económica con Catar. Ese país, del tamaño de Holanda y con una población que apenas supera el millón de habitantes, se está convirtiendo en propietario de muchos de los emblemas británicos. Tal vez por eso, su inversión ha empujado la reconstrucción del único pedazo de Londres cuyos barrizales, almacenes de ladrillo y calles estrechas podrían recordar la época de Dickens, en los inicios de la revolución industrial. Así, el día en que el alcalde Johnson, el príncipe Andrés y el primer ministro de Catar, Sheikh Hamad bin Jassim bin Jaber al Thani, celebraron el éxito de su edificio, el primo del emir pudo ver, desde lo alto de su inmueble, muchas de las posesiones del país que anuncia su fundación en las camisetas del Barça y que en 2022 acogerá el Mundial de fútbol. De los almacenes Harrods, en Knightsbridge, a la nueva Villa Olímpica, al este de la capital. Los supermercados Sainsbury’s donaron hace casi tres décadas el dinero para ampliar la National Gallery. Hoy pertenecen, en un 26%, a los inversores cataríes, que son también dueños del edificio de viviendas más caro del mundo: el número 1 de Hyde Park, levantado por el socialista Richard Rogers.

Metáfora de la catarización de Londres o del esfuerzo para vencer la recesión, al final siempre hay una obsesión detrás de las mayores transformaciones, y el Shard representa para el promotor que lo imaginó, el antiguo vendedor de camisetas Irvine Sellar, una nueva aventura. Por eso, durante el discurso inaugural, Sellar animó a correr riesgos: “Hacerlo es importante para las personas, para la sociedad y para los negocios”.

www.jaenarquitectos.com & @jaenarquitectos                                                            via: elpais.es

Los paraguas de colores de Alicante que cautivaron a Sony


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En julio de 2012, Rafael Legidos, del estudio de arquitectura XL7, y Mario Berna, deBOX Arquitectura, reciben un email. De él les sorprendió tanto su procedencia como su remitente: AOI Advertising Promotion Inc, una productora japonesa con sede en Tokyo. Pero sobre todo el contenido: uno de sus clientes había visto, a través de la red, la acción ‘Cantando bajo la sombra’ que ambos habían desarrollado cuatro año atrás en su ciudad, Alicante, y le había entusiasmado. Tanto como para basar su próxima campaña en ella.
La sorpresa se tornó en cierta incredulidad cuando al correo electrónico le siguió una llamada telefónica en la que una de las personas de la productora confirmaba lo escrito y desvelaba, por fin, el nombre del misterioso cliente: Sony.
“Ahí es cuando descubrimos en nuestras propias carnes el potencial de internet y cómo una foto de algo que ha surgido de nuestras cabezas y que conseguido materializar, puede acabar en la mesa de un directivo de Sony en Tokyo y de ahí a verse por todo el mundo”.
La campaña de la nueva cámara Sony αNEX-5r iba a inspirarse en los paraguas de colores que protagonizaban la acción efímera que ambos desplegaron en la calle Pascual Blanco de Alicante durante el verano de 2008 para participar en una convocatoria organizada por el Ayuntamiento local.
“Partiendo de un objeto fácilmente reconocible como es un paraguas, llevamos a cabo el diseño de la propuesta, jugando con diferentes escalas que dotaban a los objetos utilizados de un destino diferente al originalmente previsto. Con la repetición, acumulación y una estudiada disposición de los objetos sobre las fachadas de los edificios o en el espacio entre ellos, conseguimos cambiar su apariencia por completo. Se trataba de configurar un traje a medida del lugar, que transmitiera muy claramente lo provisional de la intervención y que  correspondiese a las fechas veraniegas durante las que se desarrolló la exposición”.
De hecho, más que paraguas se podría decir que los allí instalados eran parasoles puesto que su misión no era la de proteger de la lluvia sino del deslumbrante sol estival. Al utilizar paraguas de  colores opacos y traslúcidos, la calle quedaba bañada de un juego de sombra de colores que la acción del viento convertía, además, en algo “dinámico pero amable”. “Pensamos que quizás nadie iba a cantar bajo la lluvia… Pero quizá alguien se animase a cantar bajo la sombra…”
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Desconocemos si alguien se animó a cantar o no. De lo que sí queda constancia es que muchos peatones que pasaron por allí durante esos días, no se resistieron a fotografiar la instalación y colgar las imágenes en redes sociales como Pinterest o Flickr. Alguno, incluso, se atrevió a reinterpretar la acción,  y otros, a imitarla directamente. De ahí, los paraguas multicolores de Rafael y Mario saltaron a la portada de un libro y la gráfica con la que el Institut Cervantes de Hamburgo promocionaba sus cursos de español.
La siguiente parada fue la sede de Sony en Japón. “Una vez reflejadas las condiciones en un contrato y a la gran velocidad que exige la publicidad empezamos a trabajar juntos.  Les enviamos documentos, fotografías y vídeos de todo el proceso de la obra; desde el montaje, fotos de la obra realizada, el desmontaje… Contactó con nosotros el director artístico del anuncio, Isaac Pierre Racine, y contrastamos con él todo lo referente al montaje de los paraguas y cómo conseguimos los diferentes efectos de luz y movimiento”.
No fue Alicante sino otra cudad mediterránea, Barcelona, la que el pasado verano se convirtió en escenario de los exteriores del anuncio que comenzó a emitirse a finales del pasado año.

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miércoles, 16 de enero de 2013

El Hierro sortea la moratoria para ser el escaparate renovable


La central hidroeólica de El Hierro, el proyecto pionero que busca generar el 80% de la demanda de la isla con renovables, está a punto de superar el último escollo. El Ministerio de Industria ha remitido a la Comisión Nacional de la Energía un borrador de orden ministerial con la retribución fijada para la planta, lo que supone crear un régimen específico con el que sortea la moratoria a las renovables que el Gobierno impuso hace un año. El Ejecutivo garantiza una rentabilidad del 8% (la mayor parte saldrá de los Presupuestos Generales del Estado e irá al déficit de tarifa). Generar con esta planta será un 23% más barato que la generación actual en la isla, mediante fuel.
El mecanismo de la central hidroeólica encaja perfectamente con El Hierro, una isla de solo 10.000 habitantes, con un fuerte desnivel y vientos constantes del Atlántico. Un pequeño parque eólico (de cinco aerogeneradores de tecnología alemana y 11,5 megavatios de potencia) produce electricidad. Cuando no hay demanda suficiente —generalmente de noche— para consumir todo lo que produce, el exceso de energía se utiliza para bombear agua desde una balsa inferior a una situada 682 metros más arriba. Cuando aumenta el consumo, el agua se deja caer y se turbina para generar más electricidad. El bombeo ya se utiliza como almacenamiento, pero no directamente vinculado a un parque eólico.
La empresa Gorona del Viento (60% del Cabildo insular, 30% de Endesa y 10% del Instituto Tecnológico de Canarias) calcula que podrá generar 39 gigavatios hora al año, lo que supone un 83% de la demanda anual de la isla (con picos del 100% en verano). El consejero delegado de la empresa, Juan Manuel Quintero, explica que el coste de la obra ha sido de 74 millones de euros, de los que el Gobierno, a través de Industria, ha dado 35 en subvenciones.

El Hierro, la isla más occidental de Canarias, ha sido un emblema que España ha usado como escaparate internacional de su apuesta por las renovables. Hay numerosos reportajes en la prensa internacional del plan y el Gobierno del PP lo ha puesto como ejemplo ante la Agencia Internacional de Renovables (Irena).
La obra, según Quintero, está “solo a falta del cableado y las pruebas”, pero estaba pendiente de la retribución. En enero del año pasado, Industria dictó una moratoria a las renovables que dejó en el aire cómo se pagaría la electricidad del proyecto.


Así, el borrador de orden ministerial garantiza una retribución de 236 euros por megavatio hora producido, muy por encima del coste de la eólica convencional. Quintero argumenta que este no es un proyecto eólico normal y que “la construcción de un túnel para evitar el impacto ambiental ha encarecido el proyecto”. Este explica que, si todo va bien, en unos meses comenzará a generar electricidad. Aun así, Industria señala que “tomando los datos de 2011, en la isla de El Hierro el coste de generación en régimen ordinario es de 306 euros por megavatio/hora”. La central hidroeólica costará menos que el sistema actual (aunque el dato tiene algo de trampa porque el fuel seguirá como refuerzo y encarecerá el precio total). El coste total al año, según las previsiones de funcionamiento, es de 7,2 millones.

La retribución garantizada a Gorona del Viento puede ser un arma en manos de los productores de renovables afectados por los recortes de primas del Ministerio de Industria. Pueden esgrimir que lo que ahora da Industria a Endesa y el Cabildo entra dentro del concepto “rentabilidad razonable”, el que ha usado el Gobierno para recortar sus primas. “Nos parece muy adecuado que Industria explicite por primera vez la retribución razonable de una instalación de generación y debería aplicarlo a todas las tecnologías en lugar de aplicar recortes retroactivos”, explica Jorge Morales, productor de renovables.
El caso demuestra la utilidad que las renovables tienen en sistemas aislados con alta radiación solar y viento. En islas pequeñas, la mayor parte de la electricidad se produce con pequeños grupos diésel muy caros, por lo que ahí las renovables son ya competitivas.
La situación del plan de El Hierro contrasta con otro proyecto singular en renovables cuyo futuro es más sombrío. La Comisión Europea anunció en diciembre que había concedido 70 millones de euros de ayuda a una planta que mezcla termosolar y biomasa de Acciona y Sener en Badajoz. El proyecto había sido descartado por España en 2010, que prefirió financiar una planta termosolar apadrinada por EE UU, según revelaron los cables del Departamento de Estado obtenidos por Wikileaks. Sin primas, la planta será inviable, según fuentes conocedoras del proyecto, y España tendría que renunciar al dinero europeo.

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