viernes, 11 de enero de 2019

Las afueras no son Mordor: cinco edificios del extrarradio que rescatan los arquitectos y por qué Repasamos proyectos tan amados como odiados pero que, en los últimos 20 años, han hecho de la periferia madrileña un destino arquitectónico a reivindicar



Repasamos proyectos tan amados como odiados pero que, en los últimos 20 años, han hecho de la periferia madrileña un destino arquitectónico a reivindicar

Imagen de las colmenas, de José Banús, cárcel física y mental de Carmen Maura en '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' (Pedro Almodóvar, 1984).

El extrarradio madrileño tiene mala fama. Más que ninguna otra cosa, su mención nos evoca aquellas colmenas —los bloques de viviendas del barrio de La Concepción pergeñadas en los años cincuenta por el constructor afecto al régimen José Banús—, que operaban como cárcel física y mental para Carmen Maura en la obra maestra de neorrealismo pop que era ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), de Pedro Almodóvar. Sin embargo, cuando, tras un mínimo receso, la burbuja inmobiliaria del centro ha retomado con entusiasmo la escalada de tiempos anteriores, muchos están redescubriendo las afueras como una posibilidad habitacional.

Este fenómeno ofrece varias lecturas: una destacaría el efecto expulsión de quienes se consideran los habitantes naturales del cogollo central, mientras otra augura un futuro más brillante para esos suburbios hasta ahora ignorados por la modernidad, o considerados como mucho un origen contingente, jamás un destino deseable.

"Al contrario que otras ciudades europeas de su tamaño, Madrid está en exceso centralizada y carece de otros centros que sean atractivos", admite el arquitecto, comisario y gestor cultural Javier Peña. Pero quizá estemos asistiendo al principio del fin de esta situación. Y, entre tanto, de la mano de nuestro comité de expertos en arquitectura, nos fijamos en algunas joyas que llevan un tiempo esperándonos desde su modesta posición periférica.

La biblioteca del barrio chino de Madrid


Con más de 4.000 metros cuadrados de superficie repartidos en siete plantas, la Biblioteca José Hierro (2003), de Iñaki Ábalos y Juan Herreros ("Se ha abusado de edificios de postal"), se inauguró en un momento en el que todo proyecto parecía posible y ningún presupuesto descabellado. El Ayuntamiento aportaba el suelo y la Comunidad de Madrid los fondos económicos. Y lo cierto es que el resultado presenta una innegable elegancia, además de un carácter icónico favorecido por su altura.

Así, Clara Moneo y Valerio Canals, socios del estudio Canals Moneo, destacan esta "solución vertical a un programa típicamente horizontal" como es el de una biblioteca, que la dota de identidad y la convierte en "una pequeña torre que actúa como referente natural del barrio" de Usera, conocido ya como el epicentro chino de Madrid.

Y concluyen: "Haciendo de la necesidad virtud, y sin ningún afán de protagonismo, resuelve lo urbano y lo arquitectónico de una vez. Es un proyecto al que su deliberada parquedad le hace precisamente cobrar su justificado protagonismo y valor".


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